Una de las preguntas que nos hacemos cuando compramos un vino, es a qué temperatura se tiene que tomar. Los sumilleres usamos el término “temperatura de servicio” para referirnos precisamente a esto. Pues bien, vamos a explicaros cuál es la correcta temperatura del vino y a desmontar algunos mitos.
Existen opiniones para todos los gustos, sin embargo, hay una regla general que prevalece: Los blancos fríos y los tintos a temperatura ambiente. Pues bien, agarraos fuerte porque lo que diré ahora os puede sorprender… ¡Esto es falso!
Aunque muchas veces esto es cierto, sería un error pensar que siempre es así. Por ello, a continuación os detallo la temperatura del vino que se considera correcta para cada caso.
TINTOS
Para poder captar todos los matices de los vinos tintos es necesaria una temperatura de servicio correcta. Un error clásico es el de dejar estos vinos a temperatura ambiente. Pero, ¿qué pasa por ejemplo en verano, cuando la temperatura exterior es de por ejemplo 30ºC? Las altas temperaturas evaporan el alcohol y hacen que aparezcan aromas fuertes y menos agradables.
En definitiva, se recomienda enfriar ligeramente los vinos tintos y si hace especial calor incluso servirlos por debajo de su temperatura de servicio para evitar que se calienten mucho durante la comida.
Si hablamos en términos concretos, los tintos jóvenes pueden servirse entre los 12 y 14ºC para resaltar su juventud y matices florales. Los crianzas entre los 15 y 17ºC y los reservas entre los 18 y 20ºC. Cuanto más complejo es el vino, temperaturas más suaves para así percibir su máximo resplandor en boca.
BLANCOS Y ROSADOS
En este caso, la regla general es servirlos fríos, no obstante existen matices de acuerdo a la variedad de blancos o rosados.
Así, por ejemplo, los vinos blancos jóvenes secos, se tomarán frescos, pero no muy fríos, entre 7 y 10ºC para disfrutar de sus aromas de fruta.
Los vinos blancos dulces es aconsejable servirlos a 6ºC, temperatura a la cual se resalta su carácter frutal y su expresión dulce.
Los blancos con crianza, entre 10 y 12ºC, así no escondemos los matices de la madera.
Los blancos generosos (manzanillas y finos) se deben servir entre 7 y 10ºC.
Para los rosados se recomienda que la temperatura del vino esté entre los 6 y 8ºC.
NORMAS GENERALES
Debemos saber que por norma general si el vino lo servimos muy frío le escondemos los matices y se pierde el sabor. Por ello, sea cual sea su tipología recomiendo no tomar nunca un vino a temperaturas inferiores a 5ºC, ya que los sabores no son percibidos en su totalidad.
Por otro lado, en cuanto a temperaturas altas el umbral máximo se sitúa en los 21ºC, a partir de la cual los aromas más sutiles quedaran ocultos.
Para llegar a la temperatura ideal, es importante no someter el vino a un cambio de temperatura muy brusco. Por ello recomiendo no ponerlo en el congelador. En la mesa, la mejor es conservarlo fresco en una cubitera con agua y hielo.
Eso sí, a gusto de cada uno, el vino se tiene que disfrutar y se debe de tomar de la mejor manera que nos guste independientemente de lo que un sumiller te pueda aconsejar.
Jordi Munt, Sumiller de Vinalium